2.DESIERTO DEL SINAI

Cruzamos el canal de Suez a la altura de la ciudad de Ismailya. No llevamos ni dos días pedaleando en el desierto, cuando una tormenta de arena nos da la bienvenida. No podia ser de otra forma, el Bentiskas se supera dia a dia. Llega un momento en que es difícil mantener el equilibrio y aunque intentamos protegernos empezamos a comer arena como animales. Hay que salir de allí como sea. No tardamos en encontrar la ayuda de unos trabajadores que nos acercan en su pick-up unos kms. hasta la ciudad de Suez.

Aprovechamos para comentar la gran amabilidad y hospitalidad que nos ha brindado el pueblo egipcio. Shukran.

Esta es la primera foto en ruta. Nadie en su sano juicio apostaria porque estos dos llegasen muy lejos. Es evidente que el abuelo lleva meses preparandose fisicamente para la ocasion. Sabiendo que la birra va a escasear en los paises musulmanes, se ha traido un barril de guinness debajo de la camiseta.



En Suez nos deshacemos de los kilos de arena que llevamos pegados al cuerpo. Mientras nos lamemos las heridas bebiendo shai, conocemos a un antiguo marino al que todavía se le salen los ojos de las órbitas cuando se acuerda de las “putanas” de Bilbo...
Volvemos al ataque hacia el desierto, y esta vez nos muestra un lado más amable. Cada día al caer la noche, plantamos la tienda junto a la de algun beduino, o si vemos un lugar protegido montamos nuestro campamento. Son noches de luna llena, y disfrutamos de hoteles con más estrellas que el Sheraton.

Para no sufrir una insolacion, y al no ser tan previsor como el abuelo, Aitor trata de negociar un panuelo jordano, aunque no a cualquier precio, seguramente esta vez estariamos peleandonos como leones por menos de 50 cts, pero es que se le coge un gustillo a esto de regatear...